El día de hoy husmenado por los diarios de nuestro país me tope con una terrible noticia quizás un desencanto y antagónico con el título del blog pero preferí seguir y compartir este artículo editado por el diario la Republica en su versión electrónica e impresa; manifestando mi rechazo personal y público a este tipo de actos que lesiona y quebranta la dignidad humana.
La víctima del monstruo de Oxapampa
Lun, 01/06/2009 - 08:42
Ana Yalico fue violada por su padre durante más de 23 años. Su padre abusó de ella desde que tenía 7 años. Producto de los ultrajes concibió tres niñas. Augurio Layico también violó a otras dos hijas.
Milagros Laura S.
Ana María Yalico Evaristo se liberó del infierno en el que vivía junto a su padre. Dejó el temor a un lado y lo denunció ante la policía por haberla violado durante 23 largos años, producto de lo cual concibió tres niñas. Esta trágica historia se volvió más aterradora luego de que la policía descubriera que el despreciable hombre también había abusado de sus otras dos hijas y de una de sus tres hijas-nietas. Hoy Ana, víctima de esta tragedia, tiene 32 años y, cada vez que le preguntan por su padre Augurio Yalico Sumarán, sus ojos se llenan de lágrimas. Dice que es por la impotencia de no haber tomado la justicia con sus propias manos y por la honda tristeza que le trae recordar todos esos años de dolor que vivió a merced de su progenitor.
Ella vivía junto a sus padres en la zona de Vaquería, en Chanchamayo, escenario donde inició su desgracia y que compartía junto con sus tres hermanos. Ana recuerda que todo empezó cuando tenía siete años. Fue una noche cuando su padre Augurio regresó a casa ebrio y, al verla sola, le robó a golpes la inocencia.
Lun, 01/06/2009 - 08:42
Ana Yalico fue violada por su padre durante más de 23 años. Su padre abusó de ella desde que tenía 7 años. Producto de los ultrajes concibió tres niñas. Augurio Layico también violó a otras dos hijas.
Milagros Laura S.
Ana María Yalico Evaristo se liberó del infierno en el que vivía junto a su padre. Dejó el temor a un lado y lo denunció ante la policía por haberla violado durante 23 largos años, producto de lo cual concibió tres niñas. Esta trágica historia se volvió más aterradora luego de que la policía descubriera que el despreciable hombre también había abusado de sus otras dos hijas y de una de sus tres hijas-nietas. Hoy Ana, víctima de esta tragedia, tiene 32 años y, cada vez que le preguntan por su padre Augurio Yalico Sumarán, sus ojos se llenan de lágrimas. Dice que es por la impotencia de no haber tomado la justicia con sus propias manos y por la honda tristeza que le trae recordar todos esos años de dolor que vivió a merced de su progenitor.
Ella vivía junto a sus padres en la zona de Vaquería, en Chanchamayo, escenario donde inició su desgracia y que compartía junto con sus tres hermanos. Ana recuerda que todo empezó cuando tenía siete años. Fue una noche cuando su padre Augurio regresó a casa ebrio y, al verla sola, le robó a golpes la inocencia.
MALDITA NOCHE
Aquella noche la vida de Ana María quedó marcada, herida. Su padre amenazó con matarlas, a ella y a su madre, Cirila Evaristo Almerco, si ella contaba a alguien sobre lo sucedido. La entonces pequeña Ana, embargada por el miedo, decidió callar sin saber que su silencio la llevaría directo al infierno.
Los años pasaron y conforme Ana fue creciendo los ultrajes fueron cada vez más frecuentes. Para concretar los vejámenes, Augurio se la llevaba sola a todas partes. “No me gustaba ir a recoger la cosecha con mi papá, yo ya sabía para qué me llevaba, era para perjudicarme”, cuenta Ana, refiriéndose a los momentos en que su padre daba rienda suelta a sus bajos instintos.
Sola, sin su madre
La vida de Ana se complicó más cuando una noche su madre, doña Cirila, huyó de la casa, cansada de los maltratos y golpes de Augurio.
Como los abusos nunca cesaron y Ana quedó embarazada de su padre a los 17 años, el degenerado, para evitar los escándalos, se fue a vivir con sus hijos al pueblo de Pozuzo, Oxapampa. Pero el débil cuerpo de Ana no soportó el embarazo y su hija murió al nacer.
Inocentes
Según el expediente judicial sobre el caso, Ana María tuvo cuatro hijas con su padre. Una de ellas fue entregada a una pareja deextranjeros, obligada por Augu-rio Yalico. Sin embargo, al ser consultada, dijo no recordar haber tenido otra hija.
Luego de dos años tuvo a M., a quien registró con el apellido Ponce, también obligada por su pro-genitor. En todo momento Augurio quería guardar las apariencias por ser miembro de una iglesia evangélica.
Al poco tiempo, nació otra niña: C. Ana recuerda, arrepentida, que odiaba sus embarazos . “Que Dios me perdone, pero cuando yo estaba embaraza golpeaba mi vientre y lo presionaba con fuerza para que mis hijas no nacieran”.
Hoy asegura que sus hijas son su fuerza para seguir adelante. Que el tenerlas en sus brazos hizo aflorar su amor de madre, comprendiendo que ellas no eran las culpables de su desgracia. Fue por ellas que Ana tomó valor y decidió denunciar a su padre para acabar con la pesadilla.
Fin de la pesadilla
Ana María acudió a la comisaría de Oxapampa y lo denunció por violación. Enterado de la denuncia, Augurio intento huir. Dijo en su iglesia que su hija fue seducida por el demonio y por eso lo acusaba de haber cometido ese horrendo pecado.
Con Augurio detenido, se iniciaron los interrogatorios, fueron citadas sus otras dos hijas, V. Y. E (12) y L. Y. E. (13), y grande fue la sorpresa de Ana cuando las pequeñas declararon haber sido ultrajadas por su padre, lo que fue confirmado con los exámenes médicos.
Ana María iniciaba su lucha por encontrar justicia, pero temía que, al no encontrar las pruebas suficientes, Augurio pudiera salir libre y regrese. / Mañana continúa la II parte.
Intentos de suicidio
Ana María dice que trató de huir varias veces del lado de su padre. Todo le fue más difícil cuando su madre se fue de la casa, porque su padre la amenazaba con matar a sus hermanos si ella se escapaba.
Ante la impotencia de no poder huir, Ana cuenta que trató de matarse en varias ocasiones, quiso arrojarse de una barranca y hasta cortarse el cuello con un cuchillo, pero siempre alguien se lo impedía cuando estaba apunto de hacerlo.
Recuerda que su padre trató de matarla a golpes con un martillo cuando se enteró de que trabajaba en una discoteca del pueblo. Así lo confirma el atestado policial de la comisaría de Pozuzo. Ana resultó con varios golpes en la cabeza y rostro provocados con un objeto contundente.
Superar todo lo vivido no será fácil para Ana, es por ello que hasta ahora ella y su pequeña hija no dejan de recibir tratamiento psicológico.
Aquella noche la vida de Ana María quedó marcada, herida. Su padre amenazó con matarlas, a ella y a su madre, Cirila Evaristo Almerco, si ella contaba a alguien sobre lo sucedido. La entonces pequeña Ana, embargada por el miedo, decidió callar sin saber que su silencio la llevaría directo al infierno.
Los años pasaron y conforme Ana fue creciendo los ultrajes fueron cada vez más frecuentes. Para concretar los vejámenes, Augurio se la llevaba sola a todas partes. “No me gustaba ir a recoger la cosecha con mi papá, yo ya sabía para qué me llevaba, era para perjudicarme”, cuenta Ana, refiriéndose a los momentos en que su padre daba rienda suelta a sus bajos instintos.
Sola, sin su madre
La vida de Ana se complicó más cuando una noche su madre, doña Cirila, huyó de la casa, cansada de los maltratos y golpes de Augurio.
Como los abusos nunca cesaron y Ana quedó embarazada de su padre a los 17 años, el degenerado, para evitar los escándalos, se fue a vivir con sus hijos al pueblo de Pozuzo, Oxapampa. Pero el débil cuerpo de Ana no soportó el embarazo y su hija murió al nacer.
Inocentes
Según el expediente judicial sobre el caso, Ana María tuvo cuatro hijas con su padre. Una de ellas fue entregada a una pareja deextranjeros, obligada por Augu-rio Yalico. Sin embargo, al ser consultada, dijo no recordar haber tenido otra hija.
Luego de dos años tuvo a M., a quien registró con el apellido Ponce, también obligada por su pro-genitor. En todo momento Augurio quería guardar las apariencias por ser miembro de una iglesia evangélica.
Al poco tiempo, nació otra niña: C. Ana recuerda, arrepentida, que odiaba sus embarazos . “Que Dios me perdone, pero cuando yo estaba embaraza golpeaba mi vientre y lo presionaba con fuerza para que mis hijas no nacieran”.
Hoy asegura que sus hijas son su fuerza para seguir adelante. Que el tenerlas en sus brazos hizo aflorar su amor de madre, comprendiendo que ellas no eran las culpables de su desgracia. Fue por ellas que Ana tomó valor y decidió denunciar a su padre para acabar con la pesadilla.
Fin de la pesadilla
Ana María acudió a la comisaría de Oxapampa y lo denunció por violación. Enterado de la denuncia, Augurio intento huir. Dijo en su iglesia que su hija fue seducida por el demonio y por eso lo acusaba de haber cometido ese horrendo pecado.
Con Augurio detenido, se iniciaron los interrogatorios, fueron citadas sus otras dos hijas, V. Y. E (12) y L. Y. E. (13), y grande fue la sorpresa de Ana cuando las pequeñas declararon haber sido ultrajadas por su padre, lo que fue confirmado con los exámenes médicos.
Ana María iniciaba su lucha por encontrar justicia, pero temía que, al no encontrar las pruebas suficientes, Augurio pudiera salir libre y regrese. / Mañana continúa la II parte.
Intentos de suicidio
Ana María dice que trató de huir varias veces del lado de su padre. Todo le fue más difícil cuando su madre se fue de la casa, porque su padre la amenazaba con matar a sus hermanos si ella se escapaba.
Ante la impotencia de no poder huir, Ana cuenta que trató de matarse en varias ocasiones, quiso arrojarse de una barranca y hasta cortarse el cuello con un cuchillo, pero siempre alguien se lo impedía cuando estaba apunto de hacerlo.
Recuerda que su padre trató de matarla a golpes con un martillo cuando se enteró de que trabajaba en una discoteca del pueblo. Así lo confirma el atestado policial de la comisaría de Pozuzo. Ana resultó con varios golpes en la cabeza y rostro provocados con un objeto contundente.
Superar todo lo vivido no será fácil para Ana, es por ello que hasta ahora ella y su pequeña hija no dejan de recibir tratamiento psicológico.
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1 comentarios:
Es increible esta historia. Igualmente, inimaginable que un padre pueda hacer semejante ultraje a su propia familia.
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